El divorcio es uno de los momentos más difíciles en la vida de una pareja. Además del impacto emocional que trae consigo, existen muchos aspectos prácticos y financieros que deben ser considerados. Uno de estos asuntos es la hipoteca de la vivienda. En casos de divorcio, es común que se surjan dudas y preguntas sobre qué hacer con la hipoteca. ¿Quién la pagará? ¿Cómo se dividirá el pago? ¿Se debe vender la propiedad? En este artículo, abordaremos estas cuestiones y más para ayudarte a entender qué sucede con la hipoteca después de un divorcio y cómo manejarla de manera adecuada.
¿Qué sucede con la hipoteca cuando hay un divorcio?
Cuando una pareja se divorcia, una de las mayores preocupaciones es la hipoteca de la casa que compraron juntos. Es importante comprender que la hipoteca no desaparece después de que se firma el acta de divorcio y los ex cónyuges deben decidir qué hacer con ella. En este artículo, examinaremos diferentes escenarios y opciones para manejar la hipoteca después de un divorcio.
¿Cómo se divide la hipoteca durante un divorcio?
Dividir la hipoteca durante un divorcio dependerá en gran medida de los acuerdos previos que hayan hecho los cónyuges, la propiedad y las leyes en su estado. Si hay un acuerdo prenupcial válido, se seguirán las instrucciones en ese acuerdo. Si no, dependerá de las leyes estatales si la propiedad pertenece a uno o ambos cónyuges.
En algunos estados, las propiedades se dividen según el principio de «la equidad equitativa». Significa que los bienes matrimoniales y las finanzas se distribuyen equitativamente entre ambas partes. Los estados que no siguen este principio son conocidos como estados «de derecho común», donde se divide la propiedad 50/50 entre ambos cónyuges. Esto incluirá la obligación, como la hipoteca, siempre que la propiedad sea considerada bienes matrimoniales.
En algunos estados, las propiedades se dividen según el principio de «la equidad equitativa». Significa que los bienes matrimoniales y las finanzas se distribuyen equitativamente entre ambas partes. Los estados que no siguen este principio son conocidos como estados «de derecho común», donde se divide la propiedad 50/50 entre ambos cónyuges. Esto incluirá la obligación, como la hipoteca, siempre que la propiedad sea considerada bienes matrimoniales.
¿Qué es el refinanciamiento?
El refinanciamiento es cuando un cónyuge compra la parte del otro cónyuge en la propiedad. El refinanciamiento también significa que se vuelve a evaluar la propiedad y, si es posible, se obtiene una hipoteca a una tasa de interés más baja.
Una vez que el refinanciamiento se completa, el cónyuge que compró la parte del otro ahora es el único propietario y el cónyuge que vendió su parte no tiene ninguna responsabilidad sobre la hipoteca. El refinanciamiento es una buena opción si un cónyuge decide quedarse en la propiedad ya que le permitirá hacerlo sin la obligación financiera del otro.
Una vez que el refinanciamiento se completa, el cónyuge que compró la parte del otro ahora es el único propietario y el cónyuge que vendió su parte no tiene ninguna responsabilidad sobre la hipoteca. El refinanciamiento es una buena opción si un cónyuge decide quedarse en la propiedad ya que le permitirá hacerlo sin la obligación financiera del otro.
¿Qué sucede si ninguno de los cónyuges quiere quedarse con la propiedad?
Cuando la propiedad es una carga financiera para los dos cónyuges y ninguno de los dos quiere quedarse con ella, la opción es poner la propiedad en el mercado y venderla. La venta de la propiedad permitirá al ex cónyuge que no quiere quedarse con ella salir de la obligación hipotecaria y también ofrecer un alivio financiero al cónyuge que decide quedarse con ella.
¿Es posible seguir compartiendo la propiedad?
Aunque poco común, algunas parejas divorciadas deciden mantener la propiedad juntas. Esta opción generalmente se considerará solo si la propiedad se utiliza para fines de inversión, como el alquiler. Una vez que la hipoteca se divide de manera justa, ambos cónyuges deben asumir la responsabilidad por igual por el resto de las obligaciones financieras relacionadas con la propiedad. Además, cada cónyuge también será responsable de todos los pagos de impuestos y seguros asociados con la propiedad.
¿Cómo afecta la separación legal a la hipoteca?
La separación legal no es lo mismo que el divorcio, pero puede afectar a la hipoteca. Es importante recordar que aunque la pareja no está legalmente casada después de una separación legal, ambos cónyuges aún son responsables de la hipoteca. En algunos casos, la pareja puede acordar que uno de los cónyuges asuma la responsabilidad de la hipoteca mientras el otro busca una vivienda alternativa. Este acuerdo debe considerar la capacidad y la solvencia financiera de ambos cónyuges para asegurarse de que sea equitativo para ambos.
¿Qué hacer si la pareja está en un proceso de divorcio y no pueden pagar la hipoteca?
Los divorcios pueden ser caros y, a menudo, generan una gran cantidad de gastos adicionales. En algunos casos, los ex cónyuges pueden tener problemas para pagar la hipoteca. Si esto sucede, los propietarios pueden contactar al prestamista de la hipoteca y solicitar un plan de pago temporal o permanente. Desafortunadamente, si ambos cónyuges fallan en cumplir con los pagos de la hipoteca, esto puede llevar a la ejecución hipotecaria, lo que puede resultar en la pérdida de la propiedad.
Conclusión
La hipoteca es una responsabilidad financiera importante, y siempre es una de las mayores preocupaciones durante un divorcio. Para evitar disputas, es importante llegar a un acuerdo sobre cómo se dividirá la hipoteca antes de firmar el acta de divorcio. Hay varias opciones disponibles, como el refinanciamiento, la venta de la propiedad y la co-propiedad a largo plazo. Si tiene problemas para hacer los pagos de la hipoteca durante el proceso de divorcio, es importante actuar rápidamente y contactar al prestamista en busca de ayuda.